La persona que ejerce la portavocía es esencial en la construcción de la reputación de cualquier organización. Y es una ardua tarea. A veces, esa persona tiene buenas dotes comunicativas y transmite el mensaje con claridad, credibilidad y entusiasmo. Cuando una organización cuenta con alguien así como portavoz, está de suerte: marcará la diferencia en la percepción que tienen los públicos de la compañía. Y esto no solo es importante en el día a día, sino especialmente en situaciones de comunicación de crisis, donde el papel del portavoz es de vital importancia porque un error puede multiplicar el problema.
Todo portavoz querría ser un Steve Jobs o un Barack Obama, alguien que solo necesita sus carismáticas dotes para convencer a las masas. Pero seamos realistas: esto apenas pasa. No obstante, no lo des todo por perdido y sigue leyendo. Las habilidades comunicativas pueden entrenarse y ese entrenamiento incluye qué no hacer cuando se es portavoz. Y eso es lo que vamos a repasar en el artículo de hoy.
Seguramente, cuando leas la siguiente lista de cosas que un portavoz en ningún caso debería hacer, pensarás: "Pero ¿quién va a hacer eso?". Como decía el replicante interpretado por Rutger Hauer en su monólogo final en Blade Runner: “He visto cosas que vosotros no creeríais”. Por secreto profesional nos guardamos ‘grandes’ momentos de los que hemos sido testigo, pero la política y el fútbol nos dejan jugosos ejemplos de estos errores. Toma nota: a continuación, repasamos seis errores de portavocía que deberías evitar si no quieres acabar siendo protagonista de un clip viral o un titular desafortunado. ¡Toma nota!
Cuando un portavoz empieza a contar cosas de manera desestructurada, a dar vueltas sobre lo mismo, y al final no se sabe qué está queriendo decir, empieza a parecerse peligrosamente a “Rajoy explaining things”: “Cuanto peor, mejor para todos. Y cuanto peor para todos, mejor". En fin, que un mensaje desestructurado es un mensaje ineficaz.
Es humano querer responder a lo que nos preguntan. Pero sin preparación, en ocasiones, acabamos diciendo cosas que desconocemos, que no nos incumben, que no son 100% ciertas o que no queríamos contar… y ya nos hemos metido en un jardín.
Algunos portavoces, ante preguntas incómodas o incisivas, pierden los papeles. En un primer momento intentan aguantar el tipo (a veces ni eso) pero llega un momento en que estallan. Lo hemos visto mil veces en política, deporte o prensa del corazón. El entrenador de Luis Enrique ha protagonizado varios encontronazos con la prensa, aquí uno de tantos.
Vale, hemos dicho que hablar de lo que no se sabe es un error y que hablar de cosas de las que no queremos hablar, otro. Pero una cosa es llevar a tu terreno una pregunta y otra es levantar un muro entre el interlocutor y tú. Hay quien convoca a la prensa diciendo que no va a aceptar preguntas o quien, directamente, pasa palabra. El expresidente de la Generalitat Jordi Pujol era conocido por responder a los periodistas “Això no toca avui” cuando quería evitar un asunto o dejar de responder alguna cuestión. Mejor: redirigir, contextualizar o prometer una respuesta posterior. Pero siempre mostrando apertura.
Es un error dar por hecho que quienes tenemos delante nos van a comprender o que el mismo mensaje vale para cualquier público. Adaptar el mensaje a la audiencia es especialmente relevante al hablar de temas técnicos, pero vale también para otros contextos. Por ejemplo, si vamos a hacer una declaración a televisión, es especialmente relevante pensar en hacer frases completas y no demasiado largas, para que al periodista le resulte más fácil extraer un corte limpio. Lo agradecerán.
Diferentes estudios afirman que el lenguaje corporal juega un papel esencial en el impacto del mensaje. El tono, la postura, los gestos y la expresión facial pueden reforzar —o sabotear— tu intervención. Os dejamos un artículo que recoge el caso de Inés Arrimadas, con un par de vídeos en los que se aprecia claramente un antes y un después en sus intervenciones. El cuerpo también comunica.
Ahora que ya conoces estos seis errores habituales que suelen cometer las personas que ejercen la portavocía te preguntarás cómo evitarlos. No tiene mucho misterio: la clave está en la preparación. Ser un buen portavoz no es una cuestión de carisma innato, sino de entrenamiento.
Y ahí es donde entramos nosotras. Cualquier persona puede aprender a dominar las artes de la comunicación efectiva y convertirse en portavoz corporativo eficaz y solvente, tanto ante la prensa como en otro tipo de actos públicos. Si crees que necesitas apoyo para lograrlo, #lasenes podemos dártelo. Press Ready LABO es nuestro taller especializado para entrenar portavoces que comuniquen con seguridad, claridad y coherencia. Sin humo. Sin gurús. Solo personas preparadas para hablar ante medios, stakeholders o cualquier público, sin convertirse en un meme involuntario.
No te garantizamos un Obama, pero sí evitaremos un Rajoy.